Historia
135 años de historia
Timeline
1890
1893
1894
1922
Nace un club al estilo del Hurlingham Club de Londres
La institucionalización de las actividades deportivas en nuestro país comenzó con el auge del comercio internacional, la construcción de los ferrocarriles de mano de los ingleses y el creciente número de británicos que llegaban a las costas del Río de la Plata.
Fue en esa época que se fundaron aquí los primeros clubes sociales y deportivos, clubes que imitaron a las exitosas instituciones existentes en Inglaterra con los deportes que se practicaban allí: cricket, football (fútbol), rugby, polo, golf, bat fives, racquets, tennis (tenis), bowls (bochas de césped), shooting (tiro), hípica, caza de zorros (a caballo) y carreras de caballos, entre otros.
John Ravenscroft, un inglés que estaba poblando la estancia “Tres Cueros” en Puán, tuvo la idea de reunir a los súbditos británicos que vivían en nuestro país para que, dentro de una misma institución, tuvieran la posibilidad de encontrarse socialmente y practicar todos los deportes posibles, sin distinción. Se le ocurrió modelar el club que empezaba a pergeñar, sobre la base del ya existente y muy respetado “Hurlingham Club” de Londres, que había sido fundado en 1869 y era por entonces el órgano rector del polo en todo el mundo.
En 1886 intentó sin éxito conseguir el respaldo del “Buenos Aires Cricket Club”, en cuyo Libro de Actas quedó constancia de la reunión de Directorio realizada el 17 de septiembre del citado año, donde se discutió la propuesta de Ravenscroft. Tras debatir el asunto, las autoridades del BACC decidieron que no veían suficientes motivos para cambiar la ubicación de la sede y dispusieron que la resolución le fuera comunicada “a los Señores interesados en la creación del Hurlingham Club…”.
Dos años más tarde John Ravenscroft logró sin embargo reunir el apoyo financiero necesario para encarar su sueño sin la ayuda de otra institución. Además de poner dinero de su propio bolsillo, recibió los aportes de John y Walter Dawson Campbell, Hugh Scott Robson, David Methven y, al poco tiempo, de los dos John Drysdale.
Para esa misma época, la “Compañía Ferrocarril de Buenos Aires al Pacífico” (hoy Línea San Martín) amplió su traza en 107 kilómetros para unir Palermo con la ciudad de Mercedes, en el interior de la provincia de Buenos Aires. El recorrido pasaba cerca de unas chacras de propiedad de Hugh Scott Robson y el dato sería de la mayor importancia a la hora de decidir adónde se emplazaría el club.
La intención original de Ravenscroft y sus amigos había sido ubicarlo en la zona de Belgrano, pero al correrse la voz entre los propietarios los precios de los inmuebles habían subido hasta colocarse fuera de todo alcance. También se evaluó la posibilidad de hacerlo en Flores, Chacarita de los Colegiales, Villa Devoto y Vicente López. Finalmente el Sr. Hill, Gerente General del Ferrocarril al Pacífico -y entusiasta jugador de cricket- hizo saber a Ravenscroft que su empresa, de capitales británicos, se comprometía a apoyar el proyecto si el club se levantaba en las cercanías de la nueva vía férrea. Esto terminó de inclinar la balanza a favor de las tierras de Scott Robson, un campo remoto y de difícil acceso pero que estaba muy cerca de donde pasaban los rieles.
El 6 de octubre de 1888, se reunieron en Asamblea Constitutiva: John Campbell, John Drysdale jr., John Ravenscroft, John Drysdale, Hugh Scott Robson, B.W. Gardom, David Methven y como Suplentes: Edward Casey, Alexander Hume y David Bankier, para redactar los Estatutos de la “Sociedad Anónima Hurlingham Club”, los que fueron presentados al gobierno para su aprobación. El 22 de noviembre del mismo año el Presidente de la Nación, Dr. Miguel Juárez Celman, firmó y aprobó los Estatutos.
La primera reunión de la S.A. Hurlingham Club se celebró el 1º de abril de 1889 y tenía por objeto aceptar la suscripción de 124 acciones. Tres días más tarde los socios volvieron a convocarse, esta vez para designar el primer Directorio y para aceptar la oferta de Hugh Scott Robson quién vendió al Club 337.479,32 m2 de campo abierto (era un tambo) por la suma de $ 40.000. Estaban en el paraje conocido como “La Estanzuela”, un lugar estratégicamente situado no sólo por su cercanía con el trazado del Ferrocarril Pacífico, sino porque se encontraba además a pocos metros del recientemente construido “tranvía rural” de carga de los Hermanos Lacroze.
Era un campo lejano y desolado. En los alrededores sólo había alguno que otro rancho, la casa de la familia Pereyra, y una pulpería que pertenecía a Nicolás E. Macchiavello. No existían automóviles y no había rutas ni calles, apenas unas pocas sendas o caminos de tierra, por lo que la manera más confiable de llegar al Club era montando a caballo.
Se cabalgaba desde Flores, pasando por Floresta, Liniers y Ramos Mejía. A partir de allí se cruzaba a campo abierto hasta encontrar las vías del tranvía y se seguía su recorrido hasta llegar al Club. El viaje no era fácil porque había que cruzar pantanos, bañados y hasta un campo de tiro, lo que agregaba algo de aventura y peligro a la incomodidad.
El “tranvía rural” Lacroze era un transporte de cargas tirado por mulas que corría una vez al día, cuya primera sección entre Chacarita y Luján había sido librada al servicio público el 6 de abril de 1888. Sin embargo no se lo usaba demasiado porque era lento, además de sufrir impredecibles demoras ocasionadas por la carga y descarga de mercadería durante el trayecto.
La estación Hurlingham del Ferrocarril al Pacífico aún no existía. En los primeros años, los socios que querían tomar el tren debían pararse al costado de la vía y hacerle señales al conductor. Si bien no era reglamentario, los maquinistas -con la anuencia de los gerentes- frenaban en ese lugar para permitir que suban los pasajeros.
Personas Importantes
Algunos personajes importantes que visitaron y/o practicaron deporte en el Club
Presidentes en ejercicio
- Dr. Miguel Juárez Celman
- Dr. Carlos Pellegrini
- Dr. Roque Sáenz Peña
- General Julio A. Roca
- Dr. Figueroa Alcorta
- Dr. Marcelo T. de Alvear
- Dr. Carlos Saúl Menem
- Dr. Fernando de la Rúa
Realeza Británica
- H.R.H. Prince George, Duke of Kent (Visitó el Club en 1931. Jugó squash con “Totito” Casares y Pedro Scoponi. En 1938 figuraba como “Patrono del Club”)
- Edward of Windsor, Prince of Wales, (Jugó polo en dos ocasiones el 22 y 29 de agosto de 1925. Asistió a la fiesta de casamiento de Luis Lacey. Regresó al Club en 1931 en compañía de su hermano el Duque de Kent)
- Prince Philip of Edinburgh (Visitó el Club y jugó polo en 1966)
- Prince Charles, Prince of Wales (Visitó el Club y jugó polo en 1999)
- Prince Harry (Visitó el Club en 2003 cuando vino a comprar botas en la casa Fagliano de Hurlingham)
- Princess Marie Louise (Visita social en el año 1930)
Realeza
- Prince Willem-Alexander of Orange (de los Países Bajos) – (Visitó el Club junto con su mujer, la Princesa Máxima, para ver el primer partido de la copa “The Princess Máxima of the Netherlands Cup”).
- La Princesa Máxima (Zorreguieta) de los Países Bajos – (Visitaba el Club – su padre era socio y jugador de polo-. Otorgó permiso para que fuera dado su nombre al campeonato anual de polo femenino: “The Princess Máxima of the Netherlands Cup”).
- The Maharajah of Jaipur (Jugó polo)
- Príncipe Federico de Dinamarca (Visitó el Club durante los juegos olímpicos de la juventud Buenos Aires 2018)
Y llegó el “Mago” William Lacey
Pero la contratación de William Lacey fue instrumental para el progreso de las obras (y de lo que luego sería el pueblo de Hurlingham). Este profesional de cricket inglés, que había vivido un tiempo en Canadá, tenía sólo 28 años cuando llegó con su esposa y sus tres hijos (más tarde iba a tener otros tres: dos varones y una mujer). La familia se instaló en lo que hoy en día se conoce como “La Casita de los Niños” (que aún no estaba terminada). Tan importante llegó a ser su historia que bien merecería un artículo aparte.
Se lo conoció como “El mago de Hurlingham”. Fue artífice, constructor, instigador de mejoras, gerente y deportista. Amigo de todo el mundo en las buenas y en las malas y consultado a menudo por la población radicada en las cercanías. También solía hacer de “médico” improvisado en la emergencia y, con la ayuda de su señora, hasta de “partero”. Su energía, entusiasmo y capacidad de organización fueron legendarios. William Lacey encarnó el verdadero espíritu de Hurlingham. Con su ejemplo enseñó a muchos cómo se debe actuar cuando se gana y cuando se pierde y lo más importante: con qué conducta se deben disputar los partidos. Excelente jugador de polo y de cricket, fue además padre del legendario Luis Lacey, el primer polista con 10 de hándicap en la Argentina.
Ni bien instalado, William Lacey se puso de inmediato a supervisar las construcciones. Bajo su dirección se alambró lo que faltaba del campo, se drenaron los bajos, se niveló el terreno, se plantaron los primeros árboles y se preparó el cricket pitch.
El 10 de julio de 1889 el Directorio aprobó el presupuesto presentado para la instalación de las empalizadas que cercarían la futura pista de carrera de caballos (alrededor de las actuales canchas de cricket y de las números 1 y 2 de polo). Sería el primer hipódromo de césped del turf Argentino. Hasta hace poco se podía ver parte de esta valla separando la cancha de polo Nº 2 del fairway del hoyo 1.
Hacia fines del mismo año fue presentada una carta al Ferrocarril pidiendo que se instalara una estación cerca del Club. El Directorio de la empresa y el gobierno dieron su aprobación y al año siguiente fue habilitada. El servicio contaba con un sólo tren diario de ida y vuelta y recibió el nombre que habían solicitado los peticionantes: Hurlingham.
Se inicia la práctica de deportes
Como los jugadores acostumbran viajar al Club la noche anterior al partido, puso además a disposición de ellos un coche dormitorio de uso exclusivo. Esta práctica continuó hasta que la institución pudo contar con dormitorios adecuados. El coche dormitorio se estacionaba en una vía muerta.
Para el otoño se decidió que la cancha de polo estaba en condiciones y el 16 de mayo de 1890 se jugó el primer torneo.
Existen también crónicas de un partido de rugby disputado el 1º de junio del mismo año, donde B.A F.C. (Buenos Aires Football Club) venció a Hurlingham y de una revancha que tuvo lugar seis años más tarde en la que B.A.F.C. volvió a ganarnos aunque por escasa diferencia (16 a 14). En este último partido jugó William Lacey, aunque se menciona que no muy bien… ¡porque no sabía jugar rugby!
También en junio (aunque algunas fuentes dicen octubre) se disputó el primer partido de fútbol en el Club, en el que Buenos Aires le ganó a Montevideo.
El 9 de julio se inauguró la pista de carreras de caballos y dos días más tarde “The Standard” publicaba una crónica del acontecimiento: “…un tren especial transportó a la Comunidad Británica al Club donde la tribuna (hoy el Pabellón), un edificio imponente construido para albergar 600 personas, estaba casi en su totalidad ocupada por las damas…”. No faltaban en la nota los merecidos elogios para el trabajo impecable de Lacey: “…la pista estaba espléndida, la mejor de Buenos Aires. Medía 2.000 metros con curvas perfectas…”
Dos años más tarde, el 26 de junio de 1892, se jugó el primer torneo de golf (la cancha tenía sólo 9 hoyos) y en julio el primer partido contra otra institución. El oponente fue el club San Martín.
Hurlingham Club, 120 años de historia
Descarga el libro aquí.